viernes, 5 de octubre de 2012

Infinitésimamente.

Pensaba que volviendo al pueblo se me pasaría esa nostalgia que tanto me llena en la ciudad, gris, oscura, fea para mí. Y que el aire limpio limpiaría también mi mente. Esa capacidad de abstraerme completamente a mi mundo subiendo a aquella colina mientras observo como el sol, juguetón entre las nubes, se va escondiendo, remolón, sin querer dar paso a la luna que baña mis noches. Aquella que me hace llorar mientras sonrío. Aquella que las noches en vela, tira piedras a mi ventana llamándome a volar

 


Pero no. Ahora llego, sé que estoy más cerca de él, y le echo aún más de menos. Aún más de lo que le echo en esa habitación cochambrosa que llamo mi casa de la urbe (terrorífica). Que se siente sola sin él, aunque no le conozca. Que le echa de menos, como yo. Y que se da cuenta ahora. Bueno, o que aun no se ha dado cuenta. O no se dará cuenta nunca. Como tú. ¿En serio?

He pasado un tiempo volada. Sin pensar. En mi nube de algodón allá en lo alto. Pero, ¿sabéis qué? Desde allí le veía. Y no era nadie. Nadie relevante. Nadie importante. Yo para él, o él para mí. Ya no lo sé. ¿Qué ha pasado para que haya cambiado al segundo, tercer, o cuarto plano? Mi vida. Eso ha cambiado. Pero yo, sigo siendo la misma idiota que te intentaba llevar al infinito.

Es volver, avanzar kilómetros hacia atrás. Sustituir lágrimas por acordes que vas cantando en el coche, de vuelta a tu hogar. Y ver pasar cada kilómetro, cada vuelta de rueda, cada solitario poste de teléfono, sintiendo a la vez que poco a poco, estás más lejos. ¿Es posible eso? Estar cada vez más lejos, estando tan cerca.




No te espero, ¿o sí? No te siento, ¿o sí? No te quiero.... ¿Quizás? Te necesito.... puede. Te echo de menos, a veces... siempre, nunca, y todo el rato. Quiero verte.... ¿Quieres verme? Tenerte cerca, olerte. Simplemente, oírte decir todo lo que tenga que oír. Pero de una vez por todas.

Echarte de menos ya va saliendo de mi “rutina” particular. Pero de repente, un día, para romper la monotonía, llega todo de golpe, y se pasa mal. Creéme, como un pollito en una carnicería. Así.

¿Ya he dejado de ser todas esas cosas que me decías? O, ¿es que resulta que todo eran mentiras? Nah, no creo que llegases a ser tan rastrero como para inventar ciertas cosas... quizás bonitas.

Ya nada es como antes... y ciertamente, esperanza ya me queda poca. Ya, una vez perdido todo, ¿Qué más da vivir? Si algún día se me cruza un cable, tiraré todo por la borda e iré a buscarte, como nunca lo he hecho antes. Y aviso que no podrás escapar.

Te dije que no me conocías. Y no me has dejado ser la que te dije que iba a ser. ¿Por qué? ¿Por qué no la última oportunidad antes de abandonar la partida? Aquí está: Cobardía.

Pero ya no te pido nada. Ya no tengo nada más que alegar, creo. A no ser que no entiendas lo que aquí, decirte quiero. (Que me da que nunca querrás hacerlo, pero bueno) .

Te estoy diciendo que en tus manos está el perdonar, el olvidar, el empezar de nuevo, pero nunca de cero. Todo lo que hemos vivido, nos va a estar persiguiendo toda la vida ¿Sabes? Es un capítulo inacabado, que ni pasar página, hacia adelante o atrás, va a cerrar. Ni en la tuya, ni en la mía. Te estoy pidiendo que me busques y me expliques el porqué de tus no matices. Adelante, te espero.


                                    Como siempre, la bala perdida de siempre.



 "Ésta herida en mi alma no llegó a cicatrizar, y estará desesperada hasta que te vea llegar"


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Conocerme? Atrévete.

Mi foto
Somos lo que el mundo nos deja ser. Soy lo que mi rebelión contra el mundo me hace ser. Soy una sonrisa pegada a una cara. Un sueño inés-perado que me hizo creer en mí. Soy una melodía que suena infinitas veces durante el día. Soy la armonía más desorganizada que pudieses encontrar y la chica cuyos sueños son imposibles, pero sigue soñando pese a todo. Un espíritu luchador que NUNCA, ¿me has oído? NUNCA, se cansa.