lunes, 28 de mayo de 2012

Grito de recuerdo... de todo lamento.



Queramos o no, SIEMPRE llega el momento en el que ya no aguantamos más. Ya estamos a reventar de cosas a decir, de frase bonitas para sus oídos, de ganas de tirar todo por la borda diciendo lo que llevas meses acumulando.
Durante todo este tiempo, tu cabeza ha sido capaz de darle infinitas vueltas a todo. Ha hecho que te plantees absolutamente todos y cada uno de los aspectos de tu vida, siempre sin llegar a ningún puerto.

Y … todo ésto, ¿Por qué? Porque lo quieras reconocer o no, ésto te está marcando. Está sacando el “tú” que nunca habías conocido. Ese Tú al que le tienes inmenso pavor. Y ya que todo lo nuevo siempre asusta, tú, con cautela como siempre, poco a poco te redescubres. Revives. De una forma u otra, te conviertes en otra persona.

Ahora viene cuando te echas de menos. Cuando te preguntas dónde quedó aquella persona insensata que eras, y poco a poco te vas dando cuenta de que, precisamente ésto, es madurar.
Te has convertido en la manzana que todo ésto ha ido envenenando, y cuyo veneno, poco a poco se convierte en una froga de la que no puedes desprenderte.



Cadenas. Cadenas oxidadas por el dolor. Eso, precisamente eso, es lo que son.

Todos y cada uno de los puntos de vista que le has dado al mismo asunto. Todas las horas, los días, las semanas enteras pensando en lo mismo. Todas las noches gastadas en sueños sin futuro. Todas las notas, los acordes de canciones regaladas. TODO. Absolutamente todo.
Ese todo que tantas veces has pensado que no tenía que haber ocurrido desde el principio. Que quizás tenías que haberle echado el freno cuando aún podías. Pero que las ganas de querer, de besar, de morder, de abrazar, te superaban y vencían.

Entonces llegó. La ostia tan memorable que tú pensabas haberle dado a la vida. Y que, día tras día, se convertía en las que recibías de tu adorado remitente.

Creíste que mentía. Que todo había sido una completa farsa que no sirvió para nada. 

Y dolía. 

Miles de espadas que agijoneaban tu corazón cada vez que esa foto se cruzaba con tu mirada. Y ese abismo que en una milésima de segundo te invadía.



Esa sonrisa era tuya, y así lo sentías.

Un día...una semana... Dos meses cuando soltaste el primer lote de sentimientos a la pantalla. Y que ni siquiera te imaginabas que fuese a ser el desencadenante de esa reacción en cadena que no frena, que lo ha hecho todo crecer. Todo VOLVER.

Seguías sin creer, sin dejarte llevar. Pero poco a poco te diste cuenta de que podías volver a confiar. De que esa sonrisa volvía a asomarse entre esos labios, y que tú, querías quemarlos.

Rabia, dolor, compasión, tensión y fervor, en una mezcla que te llenaba.

Creíste que podías odiarle, pero tu corazón le hacía más y más importante.
Y así, sin quererlo, poco a poco te has dado cuenta de que ya es imposible sacarlo de tu vida. De que llena tus días. De que te provocan sonrisas sus caricias. De que tus ojos se humedecen más y más solo de pensar en ello. En todo lo extraño que es, y lo a gusto que te sientes sin embargo.

Dejaste de lado consejos y advertencias. Te guiaste sólo por tus creencias. Y todo eso, ¿Para qué? Para nada.... ¡¡MENTIRA!! 
Todo ha valido. Todo ha servido. Todo ha merecido la pena. Y, aunque pienses que solo eres tú la que lo piensa, resulta que, por sorpresa, te dicen que otros también. Así. Igual. Y así se ilumina tu cara con tu sonrisa radiante. Irradiante de un sentimiento extraño a medio camino entre la más pura felicidad y la jodida imperfección.

Pero aún así, cuando recuerdas todas esas horas en tu cama, deseando un abrazo de buenas noches, o un beso de buenos días (así, todo al revés abrazar para despedir, besar para saludar) una caricia que te provoque un escalofrío, o, simplemente apoyar tu cabeza sobre su pecho, y todos eso momentos que invividos, irremediablemente se mojan tus pestañas.
Entonces, un sentimiento de valentía mezclado con gotas de ganas, invade todos y cada uno de los recovecos de tu cuerpo. Y sientes que es el momento de reventar. La fuerza se apodera de tí, pero sabes que si lo hicieras podría empeorar todo. Esas dos palabras, o bien esas otras tres, que dependiendo del orden en que estén, toman un camino u otro. Esas que sabes que todo lo pueden joder. Y que continuarás sin decir JAMÁS.

Ahora sonríe. Deja atrás la bomba que te toca seguir conteniendo, y adáptate a lo que está ocurriendo. Déjalo para tra perfecta ocasión en la que volverá a ocurrir exactamente lo mismo. 

Y así, perdiendo oportunidades, vas descubriendo lo que vales.
"Porque, ni todos los mordiscos duelen, ni los mejores besos se dan en los labios."



...Y pensar que llegó de sopetón, y que sabiendo que está aquí, es como eres feliz...
Mayor placer, ¡¡EN LA VIDA!!

martes, 22 de mayo de 2012

De remitente desconocido a posdata irreversible.


“Cierra cuando pases, que mi cama espera llena de frío polar a que la invadas con tu sentimiento de culpa irracional por hacerme feliz.
Besa cuando necesites Que algo de calor derrita tus labios helados en esas noches de frío infernal en las que tanto me echas de menos.
Y luego, acariciame, recorriendo cada ínfima parte de mi cuerpo, dorado al sol de tus ojos. De mi piel de porcelana blanquecina y sensible. Frágil al frío y flexible al mar de tu boca, que tanto deseo cuando me tocas. De tus dedos enredándose suavemente en mi pelo de princesa de cuento, de cuento sin final feliz. De utopía imperfecta pero agradable. 
Recorre cada poro de mi piel con tu melodía escalofriante, y hazme temblar de miedo. 
Hazme temerte para comerte.
Derríteme entre mordiscos de terciopelo aunque no me hagas llegar a ningún cielo. Funde tu valor con mi pudor y hazlo desaparecer. Pasa de tu daño a mi calor, y permítenos desvanecer, en esta noche que todo llena, en la que todo calla, y la que a todos nos espanta.



Y a mí, déjame cantarte al oído mis mil melodías sin sentido que lo cobrarán al perderse en tus oídos. Y deja recorrer cada infinita porción de tus sentidos a mi manera de ser. Déjame llenarte la piel a caricias, de mis manos ásperas, desgastadas de tanto Rock n'Roll embotellado en mil chupitos de acordes desafinados, que lo único que quieren, es que tú te atrevas a cantarlos. Por muy mal que suene la voz ronca que dentro llevas. Al son de mi voz, y al ritmo de mi pasión, descontrolada y desconcertante.


Mira las estrellas, que nos observan a través de tu ventana, desteñida de tantas noches frías sin compañía. Son nuestras. Sólo nuestras. Todas y cada una de ellas, en este cielo de primavera.


Y salgamos a ver la luna caer. Que si quieres estrellas, yo te vuelco el cielo. Y así el firmamento se morirá de celos al oír que tu nombre se escapa entre las comisuras de mis labios, en un suspiro ensombrecido por el te quiero que no diré aún, que comen poco a poco todos tus horarios y dejan caer la tristeza de otros daños, de otros años, de otros amores encerrados entre las rejas que mi corazón ha puesto a mi cabeza. Y que el caparazón desaparezca bajo la certeza de un acierto. O de un suspiro bajo un lamento, escondido siempre bajo esos ojos profundos y perdidos de tanto querer y no poder. Atreverse es la llave para abrir la caja que contiene nuestros deseos confinados con los sueños del ayer, que se vuelven de papel.

Y tras todo esto, he de reconocer, que no está mal todo lo que se está dejando caer.


Eternamente tuya."

miércoles, 16 de mayo de 2012

No lo llames “destino”. Simplemente llámalo VIDA.


Es difícil recordar quienes solíamos ser.... pero aún lo es más aceptar quienes somos ahora.
Es complicado salir del bache de "¿En quién me he convertido?" y gritar "Ahora me gusto más". Es una pregunta sin respuesta, sin final, ni feliz ni triste. Ni perdices, ni cuentos de chiste.
Es imposible volver a ser los mismos, nuestra vida ha seguido. Acéptalo.
Que el tú que antes eras, se ha convertido un tú sin comparaciones, y que, sin dilaciones, no mira atrás.
Debes mirar al camino. A las piedras. Y hacer que tu mente se desgarre en un grito de “Aquí estoy yo, y caeré las veces que haga falta para recuperar la forma de mí con la que más agusto esté”
Lo que pasa es que no sabes de dónde sacar la fuerza... que antes tenías.

¿En qué fuentes puedes encontrar el agua que sacie tu sed hambrienta de vida? Si no las buscas tú, otros no podrán ni siquiera darte una ligera idea. Pero sin embargo, sabes perfectamente que quién hace que seas diferente puede serlo.

Y el mundo está ahí para siempre impedírtelo ver.

Basta ya de filosofías baratas que lo único que hacen es volvernos ratas, y vive a tu estilo y confianza, que el primero que lanza, gana.

Y vuelven recuerdos, que asaltan tu mente con la fuerza que tanto te gusta que te invada en ciertos momentos. Días buenos, de los que nada puede hacer que se conviertan en grises. Fueron veranos, serán inviernos. Serán incendios de nieve que quemarán el interior de tus venas en arrebatos de calor insano...y locura saludable.

Recuerda, que puede que estés totalmente perdido en medio del desierto que tu cerebro ha creado a tu alrededor, y, que de repente, un pequeño colibrí lleno de energía te lleve una gota de agua refrescante y vitalizante que te haga revivir. Y al instante correr, saltando duna por duna , a buscarte en su compañía. Y aunque no puedas seguir la rapidez del batir de sus alas, volverá a ayudarte. A no dejarte atrás. A besar de nuevo tus labios para humedecerlos con esas gotas de agua que en un principio parecieron darte vida. Que luego se evaporaron por culpa de tu incesante calor, y que ahora él, pequeño e indefenso, vuelve a intervalos para que aceptes de nuevo ese frescor de sus labios jóvenes, a los que aún les queda demasiado por vivir como para quedarse a tu lado, pero que a momentos de necesidad, te suplicará por que se sequen los tuyos, y se vuelvan desierto para llegar como un oasis de vida a tu sonrisa.



Ahora está mejor todo. Ahora algo más claro todo. Ahora tengo las cosas en su sitio. Pero lo jodido es que el colibrí, el puto colibrí, estará siempre intentando regresar a tu boca.

jueves, 3 de mayo de 2012

Nada de eso. ((Todo de aquello))


Ahí está ella y ahí la luna.
La mira, es noche de luna naranja. De esa enorme luna que inunda el cielo con su espeso anaranjado incandescete. Enorme en el cielo helado del primero de Mayo.
Le dan ganas de saltar en marcha, de vuelta a casa. De saltar en marcha de su vida. De detenerlo todo un momento y dejarlo estar. Todo.
La mira y ella le dice cantándole dulces nanas, que nada es imposible, excepto el equilibrio.
Le recuerda todos los momentos del pasado y le rememora que todo lo mejor está aún por llegar. Le da a ver las oportunidades que tiene para barajar, y aquellas que debe abandonar.
Y cada ínfima parte de su cuerpo, comienza a temblar.
Recordando todo el tiempo pasado, las experiencias que la hicieron aprender, y todo lo que la ha hecho ser como es. Dándose cuenta de que todo lo que debe hacer es dejarlo estar. Todo. Que se restablezca por si mismo. Ser más fuerte de lo que nunca ha sido y estar más alerta de lo que nunca ha estado. Esa es su particular filosofía de vida.
Pero los buenos momentos vuelven...y la atormentan.
La dejan sin aliento y siente que ése es su último suspiro... antes de dar un paso más. Piensa en todo, todo lo que la deja vivir. Pero no puede apartar su mente de lo que lleva días rondando su cabecita loca. El simple reflejo lejano de que algo diferente quiere que ocurra. No es necesario ser normal, seguir las masas, reflejarte en el espejo de todo el mundo. Ella tiene su propio espejo y sabe perfectamente que debe mirarse sólo en él. Ese reflejo de su alma, incandescente, como esa luna. Que a la vez de decirla que lo deje estar, le dice que no hay que dar nada por perdido. Seguir la lucha contínua y ese pulso cabeza-corazón que tanto tiempo la lleva produciendo esos escalofríos.
Lucha contra sus impulsos, pero a la vez está deseando dejarse llevar. Está atada de pies y manos esperando una señal para hacerlo, y aunque las tiene, no lo hace. ¿Porqué? Se pregunta a sí misma.
Es perder oportunidades, y ya se está cansando de aguantar. Un día de éstos, caerá a sus pies. Y aún así, no es ella quien va a perder.

¿Conocerme? Atrévete.

Mi foto
Somos lo que el mundo nos deja ser. Soy lo que mi rebelión contra el mundo me hace ser. Soy una sonrisa pegada a una cara. Un sueño inés-perado que me hizo creer en mí. Soy una melodía que suena infinitas veces durante el día. Soy la armonía más desorganizada que pudieses encontrar y la chica cuyos sueños son imposibles, pero sigue soñando pese a todo. Un espíritu luchador que NUNCA, ¿me has oído? NUNCA, se cansa.