domingo, 27 de noviembre de 2011

Un día con mucha, mucha niebla.

Antes, estaba mirando por la ventana. Ya era de noche y la niebla no ha levantado en todo el día. Menos mal, porque si lo hubiera hecho no hubiera sentido lo que he sentido.
Había una luz anaranjada que al desvanecerse entre la niebla tornaba rosa, un rosa que se extendía por todo el cielo que podía ver por mi ventana. Esa luz salía desde detrás de los tejados que puedo ver y se mezclaba con el humo que salía de la chimenea. 
Parecía como si esa luz no viniera de ninguna parte.
Me ha hecho ver la niebla, persistente durante todo el día. No ha habido ni un solo minuto del día en que haya desaparecido de mi vista.Al principio pensaba "que día más triste" pero luego he salido a la calle y he sentido el frío llegar hasta mis huesos. Después de un rato pasando frío, he vuelto a casa y he sentido esa sensación tan reconfortante que sientes al entrar en casa y sientes que ese calor que hay dentro es el mejor de todos. Te llena y le respiras. Y desearías que ese momento no acabara nunca. Pero a los 10 segundos ya has entrado en calor y no lo notas. ¿Qué hacer? ¿salir y entrar una y otra vez? no, sería perder el tiempo ¿verdad?y además el calor de dentro se escaparía a la calle y no volverías a sentir ese calor y bueno, te acabarías acostumbrando tanto a salir y entrar que ese momento especial ya no tendría sentido, sería demasiado arriesgado perderlo.
Ahora comparemos con lo que me ha hecho pensar. Ese momento en que llegas a casa y ese calor que sientes, ¿no es lo mismo que cuando te enamoras y consigues sentir esos escalofríos la primera vez que le abrazas, que le besas?El momento en que por primera vez te enamoras de esa persona. Porque no solo tienes esa sensación al entrar en tu casa, sino al entrar en cualquier sitio preparado, con calor.
¿y si al salir y entrar tantas veces, que ya te hayas acostumbrado, ya no lo sientas? ¿lo echarías de menos? ¿o simplemente te darías cuenta de lo egoísta que has sido queriendo sentir esa sensación tantas veces, que al final te has quedado sin ella?

-->Eso es lo que son, unos egoístas.

No es mejor sentirla, dejar que pase un tiempo, echarla de menos, y que de repente un día la vuelvas a sentir?no es mejor eso, que perderla, la menos, durante una buena temporada?Lo que pierdes es la capacidad de amar, y esa es muy difícil recuperarla.
No sientes que has perdido el tiempo, tanta ansia había de tener ese placer, esa sensación, que ahora has perdido el poder sentirla?acaso te sientes bien por ello?
No deberías, pero claro, cuesta tanto darse cuenta...que quizás cuando lo hagas ya sea tarde , y quizás ya no recuerdes la casa, en la que, no lo supiste, pero , si no hubieras entrado y en seguida, salido por la puerta, quizás hubiera más calor para tí.Quizás esa persona hubiera querido, o por lo menos hubiera tenido la intención de amarte, de hacerte sentir esa sensación sin necesidad de salir por su puerta e ir en busca de otra.

-->El ansia de placer provoca los peores desastres.

Y tanto es así, que yo, sin quererlo, fui una de esas puertas en las que no te quedaste, esperando a ver lo que había dentro para ti.
Y ahora simplemente mi puerta está esperando a ser abierta de nuevo. Lo único que pido es que al encargado de abrirla no se le pierdan las llaves y las encuentre alguien no deseado, y, que cuando llegue, entre sin miedo. Que no desaproveche la oportunidad. Que las puertas se cierran, y a veces, cambia la cerradura. 

--> Ahí estoy. Esperando. Como siempre.

27/11/2011.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Para siempre.

+Mira, que atardecer tan bonito. ¿No? Esos colores...esa luz que no se sabe de dónde viene. Es invierno, bueno, o casi. Son sus albores. El amanecer del invierno. Y aunque haga frío, ver esto te hace sentir calor. La calidez del verano. ¿Qué me dices?
-No. Calor yo no siento. Simplemente siento que estamos encerrados. En el frío. Y que no se puede salir de ahí.
+¿A qué viene pensar eso? Por mucho invierno que sea, por mucho frío que haga, lo que te haga sentir en el interior es lo que cuenta. ¿O acaso no somos capaces de enamorarnos en los peores momentos de nuestras vidas? Hay evidencia. ¿Nadie te ha sacado de un apuro, y has sentido que le debías todo y más? De historias así están hechas las mejores novelas románticas.
-Tú lo has dicho, son novelas.
+ ¿Y no crees que los autores cogen un poco de la realidad para escrbirlas? En el fondo, todo es realidad. Todo es mundo. Todo es nosotros.
- No estábamos hablando de eso.
+ Ya. Lo hacíamos del invierno, y del calor que es capaz de crear. Y tú lo negabas.
- Sí. Por que al fin y al cabo, es lo que es, invierno. Frío, oscuro y deprimente.
+ ¿Y no te acuerdas del muérdago?
- ¿Qué?
+ El muérdago. Allí donde debajo se dan los besos que duran para siempre.
- No creo en esas historias.
+ Pues deberías, porque ahora mismo estamos debajo de muérdago. Y yo quiero que esto dure para siempre.
Y la besa.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Soy adicta, lo reconozco.

Sí. El primer paso es admitirlo. El segundo, demostrarlo. Es una adicción, así, como las drogas. Es una droga. Porque me levanta y alucino cada vez que lo oigo. Oigo cosas donde no las hay y veo otras antes de que aparezcan. Dónde hay un árbol, no veo una casa, veo un mundo. Y dónde se puede llegar a escuchar un ruido, oigo una preciosa melodía. Todo en mi cabeza se convierte en música. Todo. Y es eso, cada minuto que pasa, es como que lo necesitara más. Mataría por conseguir oír algo de música. Y cada día me cierra más en su mundo. Da gracias a que es una adicción barata, al alcance de todos. Y que no hace falta matar. Y sí, lo siento, cada vez que lo necesito, una raya de pentagrama viene genial. Y me sube el ánimo. ¿Mis tripis? los silencios de blanca. Y me meto en mi mundo. Que si estoy de fiesta, no necesito cosas extrañas, que me permitan seguir con fuerzas unas horas mas, o unos minutos.  Sólo necesito música. Y eso lo hay en todas partes. Droga fácil, y sana. ¿Alguien oyó hablar de ello alguna vez? IMPOSIBLE, ¿verdad? Tan imposible como decir que el mundo no necesita de ella. Estoy en contra. Si hubiera más música, esta mierda de mundo sería mucho mejor. Rozando la perfección.

Se describe fácil: VIDA.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Ven. Vete. Pero haz algo definitivo.

¿Dónde coño te metes los lunes de octubre? Que tánto te he buscado este mes, tanto he soñado contigo, que mis sueños están desgastados de tí. Tatuados con tu cara. Pensados para tí. Una mañana te necesité, durmiendo a mi lado. Una mañana triste y oscura. Fría y húmeda. Una mañana de lunes. Un lunes de octubre. Te quise aquí, en ese momento. No estabas. Tocó aguantarse. ¿Dónde te escondes? Te busco, pero no te encuentro. Me evitas, pero a la vez me buscas. A momentos parece que te encuentro. Pero al instante desapareces. Apareces con una sonrisa y desapareces con una lágrima. Te quiero tanto que a momentos deseo odiar los momentos de vida que me regalas. Esos que se desvanecen incluso antes de aparecer.
Felicidad: ¿Porqué no apareces, definitavamente, para quedarte, para siempre?



Lunes de octubre - La Fuga

martes, 1 de noviembre de 2011

Ganas. Hacen falta.

Después de estar feliz, enérgico y radiante, vas, y pegas el bajón. ¿Cómo leñes se come eso? Sigo y seguiré sin entenderlo. Bah, ganas de mandarlo todo a la mierda es lo que me entra. De decir, pues hoy no quiero vivir, y apagarte, como si fueras un robot. Un simpe botón que hiciera eso sería lo mejor. Agg, que ganas de volverme loca de nuevo. Poner la música a tope y saltar, gritar, cantar y bailar hasta que mi cuerpo aguante. ¿Qué tiene la música? Que me levanta el ánimo este como esté. Y hoy, es un día que lo merece. Merece levantarme de mi sitio, y gritarle al mundo que quiero salir de esta cárcel. No tiene barrotes, ni hay cadenas, ni vigilantes. Puedo escapar, quiero hacerlo, pero algo no me deja. Quiero subir, hasta el último piso de mi ánimo, en un ascensor supersónico que me lleve rápidito.

¿Conocerme? Atrévete.

Mi foto
Somos lo que el mundo nos deja ser. Soy lo que mi rebelión contra el mundo me hace ser. Soy una sonrisa pegada a una cara. Un sueño inés-perado que me hizo creer en mí. Soy una melodía que suena infinitas veces durante el día. Soy la armonía más desorganizada que pudieses encontrar y la chica cuyos sueños son imposibles, pero sigue soñando pese a todo. Un espíritu luchador que NUNCA, ¿me has oído? NUNCA, se cansa.