lunes, 15 de octubre de 2012

Primera cuenta atrás.


Aquí llegan. Todas esas tardes que, un año más, van a hacer que su frío calenturiento ataque tus huesos como si de una banda de Heavy Metal tocando su tema más estrepitoso se tratara. Así llegan, sin avisar, como todo en esta vida. Ni avisa cuando viene, ni avisa cuando va. Sin embargo, hay demasiadas cosas que permanecen.

Él. Sentado en su escritorio intentando concentrarse en los dos últimos versos de su nuevo single. Decenas de folios de papel desparramados por el suelo hechos una especie rara de bolas malformadas que incansablemente le van invadiendo. Tintas gastadas, bolígrafos vacíos... Dos palabras, sólo le faltan dos palabras que rimen y ya lo tiene hecho. Dos palabras... y sabe dónde encontrarlas. Un beso, eso necesita. Y sin pensarlo dos veces, agarra su bufanda, su abrigo y esos guantes sin dedos que ella le regaló.

Ella. Sentada en su cama, intentando encontrar dos acordes más, nuevos, diferentes, que remarquen lo especial de sus canciones. Sólo la alumbra una tenue bombilla a medio fundir y sus ojos ya están cansados. Prueba uno por aquí, uno por allá... Timbre. No se levanta, ya abrirán. De repente, un “Toc-toc” en su puerta. Aparece, se sienta junto a ella y la mira. Ella no levanta la cabeza. No mueve los ojos de las cuerdas de esa vieja Fender desgastada de tanto roce. Y no lo hace porque sabe que no puede mirar esos ojos sin sonreír, esos labios sin besarlos, no puede tocar esa piel sin perderse en ella... No puede resistirse a lo irresistible de ese espécimen extraño de hombre.

“Como un idiota, como la primera vez que la ví. Eres imbécil tío. Bésala de una puta vez. Es lo que has venido a hacer, ¿no? Llevas meses sin verla y ahora la tienes delante de ti, a menos de medio metro. Te ha costado la vida volverla a llamar, te presentas de repente en su habitación ¿Y vuelves a perder la jodida oportunidad de recuperarla? Eh tú, ¡¡DESPIERTA!!. No va a seguir toda la vida ahí. Va a irse, algún día. Y tú serás el imbécil de siempre, pero con una oportunidad menos. Mírala, está preciosa. Y sus manos no se mueven. Está paralizada, no te mira. Es por tu presencia en ese cuarto a media luz.”

“¿Qué haces? Muévete idiota. No sé a que ha venido... pero y ¿qué más me da? Está aquí, y eso es lo importante. Quizás se haya dado cuenta de su error al dejarme ir. O quizás haya venido para despedirse, para siempre. No llores, tonta, y levanta la mirada. Mira, esos ojos que tantas veces te miraron y te hicieron suya. Mira su boca, esos labios que cada vez que te besaban te llevaban al cielo o dios sabe dónde. Toca su piel, sus manos, ¿no ves que te están esperando? Está temblando. Nunca había temblado conmigo. Ésto es nuevo. Y no sé si es malo o bueno. […] Venga, eso es. Así. Poco a poco mueve ese cuello hacia arriba. Mira. Te está mirando. Y parece que lleva un rato así. Quizás desde que ha entrado.”

Sesenta centímetros. Exactamente sesenta centímetros les separan. Ahora cincuenta y nueve...
Él aparta su guitarra como si de una muñeca de delicada porcelana se tratara. Ella se deja atacar. No sabe qué responder, cómo actuar.
Cincuenta centímetros. Y bajando. Y ambos corazones laten con aún más fuerza de la que puedan soportar. Una mano sobre la otra. Primer escalofrío. Todo va cobrando sentido.
Cuarenta y sus ojos comienzan a llorar. Treinta y sus labios a palpitar. Veinte y se detienen. Diez y poco a poco desean morderse. Nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, dos, dos, dos....

“¿A por que venía? Ah sí, a acabar mi canción. Y ¿qué hago? Llevarme un corazón.”

Uno. Y por fin estallan en su vicio.

Y así,dos idiotas, en ese cuarto, al trasluz de esa noche impecablemente heladora de Noviembre, sin rencores, sin remordimientos, permanecen hasta el amanecer.

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Somos lo que el mundo nos deja ser. Soy lo que mi rebelión contra el mundo me hace ser. Soy una sonrisa pegada a una cara. Un sueño inés-perado que me hizo creer en mí. Soy una melodía que suena infinitas veces durante el día. Soy la armonía más desorganizada que pudieses encontrar y la chica cuyos sueños son imposibles, pero sigue soñando pese a todo. Un espíritu luchador que NUNCA, ¿me has oído? NUNCA, se cansa.