miércoles, 25 de septiembre de 2013

El tiempo marchita... el otoño también.

Ayer me recordaron que tengo un blog. Fíjate, para que me tengan que recordar algo... aunque últimamente estoy a uvas.
Y todo es muy gracioso.
Me parece tan cómico que la gente cambie tanto en verano... y de un año para otro. Alguien que conocías como parte de ti, cada reacción era predecible y cada palabra que decía podías haberla pensado tú antes. Esa conexión prácticamente telepática que habíais creado... de la que ya no quedan ni cenizas.
Hace más de un año que algunas cosas empezaron a cambiar radicalmente, y aquí estoy yo, completamente distinta también. Si hubiese sabido que iba a pasar todo ésto, probablemente hubiera cortado de raíz con ciertas cosas. Que si amores, que si estudios, que si amigos...
¿por qué nunca prevalece algo, al menos unos gramos de las cenizas que dejó aquello que hace tiempo acabó? ¿por qué el dolor hace que perdamos lo más importante que nos ha pasado? Hace que no quede ni rastro, como si hubiera sido un fugitivo que cruza el río para que no puedan seguirle el rastro. Exactamente igual. Y de aquello que un día nos dio la felicidad, ya no queda nada, nada, absolutamente nada. 
Que las cosas cambien de una palabra a otra, por una frase que tú no pretendías soltar, zas, la cagas. Y en 5 minutos pasas de estar en una nube lo más alta posible, a caer, y de la ostia, desmembrar cada pedacito de tu historia. Quizás por orgullo, por inmadurez, mirad, yo ya no sé que pensar.
Ahí los cambios se notan, y como si hubiera venido un tifón imparable, el más grande de todos, y se hubiera llevado todo cuanto encontró a su paso. Así pasa la vida, y así se van agotando mis días: perdiendo todo lo que me importa, poquito a poco, doliendo mucho y llorando poco.
Y no importa las veces que pida perdon, que diga que lo siento, no importa ni lo más mínimo que esté rota por dentro.
Si el orgullo ciega, mi alma ya está muerta.


                                                                                   -Inés-

¿Conocerme? Atrévete.

Mi foto
Somos lo que el mundo nos deja ser. Soy lo que mi rebelión contra el mundo me hace ser. Soy una sonrisa pegada a una cara. Un sueño inés-perado que me hizo creer en mí. Soy una melodía que suena infinitas veces durante el día. Soy la armonía más desorganizada que pudieses encontrar y la chica cuyos sueños son imposibles, pero sigue soñando pese a todo. Un espíritu luchador que NUNCA, ¿me has oído? NUNCA, se cansa.