Y así, consiguió su libertad.

Conozco esa sonrisa oculta. Esa mirada perdida. Esos ojos lángidos, y tristes maltratados. Esos pedazos de piel morados. De tanto sufrir perdiste la esperanza, Y lo último perdido para tí es la vida. Que todavía te queda. Se mantiene, aunque quisieras tenerle. ¿El qué? El valor. Valor para acabar con todo. Valor para decirle que hasta aquí. Valor para saber como calmar la situación y no llegar a alzar una voz más que la otra. Valor para saber cuándo debes huir de esta cárcel. Tu expresión se borró de tu rostro. Desapareció sin un "Hasta luego". Tu sonrisa se marcó con la cicatriz de tus labios cosidos. Te tapó la boca y te dejó sin habla. Y tú lo que tenías era miedo.

"Hasta aquí" Tu cabeza gritó. Y la hiciste caso. Arrollaste todo lo que él pudo haber fastidiado y fuiste afuera. Fuera de esa vida de inmenso destrozo. Tu cuerpo no aguantaba más y tus ojos se habían quedado secos de tanto llorar. Desde entonces ni una lágrima se ha podido ver salir de ellos. No quedan reservas. Se acabaron. Y ese día, por fin una sonrisa apareció dibujada sobre tu rostro. Miraste al miedo a los ojos y clamaste "Adiós". No era un "Hasta luego". Te sentiste bien contigo misma y arrancaste tu vida desde cero. Nueva vida, nuevo cenicero. El cigarro del tiempo que perdiste, quemada tú entre sus manos, se acabó de consumir ese día.

Fuiste fuerte, te admiro. Comunícaselo al resto. Al resto que están como tu estuviste. Dales las mismas fuerzas que te sacaron a tí de ese infierno. Dales las fuerzas que tienes ahora para que ellas sepan cómo hacerlo.
Porque no hay derecho a que una vida tan valiosa se pierda entre manos dolorosas.