martes, 1 de noviembre de 2011

Ganas. Hacen falta.

Después de estar feliz, enérgico y radiante, vas, y pegas el bajón. ¿Cómo leñes se come eso? Sigo y seguiré sin entenderlo. Bah, ganas de mandarlo todo a la mierda es lo que me entra. De decir, pues hoy no quiero vivir, y apagarte, como si fueras un robot. Un simpe botón que hiciera eso sería lo mejor. Agg, que ganas de volverme loca de nuevo. Poner la música a tope y saltar, gritar, cantar y bailar hasta que mi cuerpo aguante. ¿Qué tiene la música? Que me levanta el ánimo este como esté. Y hoy, es un día que lo merece. Merece levantarme de mi sitio, y gritarle al mundo que quiero salir de esta cárcel. No tiene barrotes, ni hay cadenas, ni vigilantes. Puedo escapar, quiero hacerlo, pero algo no me deja. Quiero subir, hasta el último piso de mi ánimo, en un ascensor supersónico que me lleve rápidito.

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Somos lo que el mundo nos deja ser. Soy lo que mi rebelión contra el mundo me hace ser. Soy una sonrisa pegada a una cara. Un sueño inés-perado que me hizo creer en mí. Soy una melodía que suena infinitas veces durante el día. Soy la armonía más desorganizada que pudieses encontrar y la chica cuyos sueños son imposibles, pero sigue soñando pese a todo. Un espíritu luchador que NUNCA, ¿me has oído? NUNCA, se cansa.