domingo, 13 de noviembre de 2011

Soy adicta, lo reconozco.

Sí. El primer paso es admitirlo. El segundo, demostrarlo. Es una adicción, así, como las drogas. Es una droga. Porque me levanta y alucino cada vez que lo oigo. Oigo cosas donde no las hay y veo otras antes de que aparezcan. Dónde hay un árbol, no veo una casa, veo un mundo. Y dónde se puede llegar a escuchar un ruido, oigo una preciosa melodía. Todo en mi cabeza se convierte en música. Todo. Y es eso, cada minuto que pasa, es como que lo necesitara más. Mataría por conseguir oír algo de música. Y cada día me cierra más en su mundo. Da gracias a que es una adicción barata, al alcance de todos. Y que no hace falta matar. Y sí, lo siento, cada vez que lo necesito, una raya de pentagrama viene genial. Y me sube el ánimo. ¿Mis tripis? los silencios de blanca. Y me meto en mi mundo. Que si estoy de fiesta, no necesito cosas extrañas, que me permitan seguir con fuerzas unas horas mas, o unos minutos.  Sólo necesito música. Y eso lo hay en todas partes. Droga fácil, y sana. ¿Alguien oyó hablar de ello alguna vez? IMPOSIBLE, ¿verdad? Tan imposible como decir que el mundo no necesita de ella. Estoy en contra. Si hubiera más música, esta mierda de mundo sería mucho mejor. Rozando la perfección.

Se describe fácil: VIDA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Conocerme? Atrévete.

Mi foto
Somos lo que el mundo nos deja ser. Soy lo que mi rebelión contra el mundo me hace ser. Soy una sonrisa pegada a una cara. Un sueño inés-perado que me hizo creer en mí. Soy una melodía que suena infinitas veces durante el día. Soy la armonía más desorganizada que pudieses encontrar y la chica cuyos sueños son imposibles, pero sigue soñando pese a todo. Un espíritu luchador que NUNCA, ¿me has oído? NUNCA, se cansa.