+Mira, que atardecer tan bonito. ¿No? Esos colores...esa luz que no se sabe de dónde viene. Es invierno, bueno, o casi. Son sus albores. El amanecer del invierno. Y aunque haga frío, ver esto te hace sentir calor. La calidez del verano. ¿Qué me dices?
-No. Calor yo no siento. Simplemente siento que estamos encerrados. En el frío. Y que no se puede salir de ahí.
+¿A qué viene pensar eso? Por mucho invierno que sea, por mucho frío que haga, lo que te haga sentir en el interior es lo que cuenta. ¿O acaso no somos capaces de enamorarnos en los peores momentos de nuestras vidas? Hay evidencia. ¿Nadie te ha sacado de un apuro, y has sentido que le debías todo y más? De historias así están hechas las mejores novelas románticas.
-Tú lo has dicho, son novelas.
+ ¿Y no crees que los autores cogen un poco de la realidad para escrbirlas? En el fondo, todo es realidad. Todo es mundo. Todo es nosotros.
- No estábamos hablando de eso.
+ Ya. Lo hacíamos del invierno, y del calor que es capaz de crear. Y tú lo negabas.
- Sí. Por que al fin y al cabo, es lo que es, invierno. Frío, oscuro y deprimente.
+ ¿Y no te acuerdas del muérdago?
- ¿Qué?
+ El muérdago. Allí donde debajo se dan los besos que duran para siempre.
- No creo en esas historias.
+ Pues deberías, porque ahora mismo estamos debajo de muérdago. Y yo quiero que esto dure para siempre.
Y la besa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario