De noche, todo oscuro y miles de contradicciones asaltan mi cabeza. La atacan sin compasión, intento dejarme llevar por mi razón para comprender tan solo un poco lo que puede haber pasado por ella últimamente. He estado dando tumbos, y sigo, descontroladamente. Sin refugio bajo el que esconderme de la lluvia, sin sonrisa bajo la que esconder los malos pensamientos, sin palabras con las que expresar lejanamente lo que siento.
Odio ese pulso. Cabeza-Corazón. El "¿Qué quieres?" contra el "¿Qué debes?". Sólo hacer caso a uno de los dos es matarte interiormente.
No me ha dejado vivir, no me deja ser yo, ¿llegó el momento de expresarse? ... Y no lo conseguiré hacer del todo...
Escucho la música que muchos aprecian como melodía. A mí su letra me llena, me cambia, y me hace despojarme de todo aquello que me ata a este mundo. Que me ató y me atará a "lo que quiero", no a lo que debo. Lástima que únicamente sea por unos segundos, unos minutos en los que esa perfectamente imperfecta combinación de ingredientes hace maravillas en mi cabecita.
Quiero... por mucho que quiera lo que en realidad quiero, me repito que no sirve de nada, ¿cambiaría algo?
NO.
Duele decirlo, pero si es sabido, mejor estar aletra, cautela que te llena, ser precavido con lo que más pueda ser capaz de dañarte.
Conclusión : ¿De qué sirve?.
"¿Que diablos hago...?"
Resumiendo, ha sido sólo eso, lo sigue siendo, un puñetero pulso. A ver quién puede más. Ambos saben quien ganará. Lo saben ellos y yo. Él es más fuerte. Nunca van a llegar a un acuerdo. Jamás. Dudo que consiga absolutamente nada...
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