Hartos de tan simple coincidencia.
De que cuando el viento sopla
ya nuestro amor no vuela,
y tranquilas ya no se encuentra a
nuestras conciencias.
Malditos meses de verano
que cada minutos nos arrebataron,
y que sin poder respirar,
malamente nos abandonaron.
Sin
dejarnos caminar
el con el otro, de la mano
Maldita la hora en que llegamos
a tan crueles palabras.
Las que casi sin saberlo
se llevaron nuestras almas
hacia el pozo más profundo,
ni tan vagabundo ni moribundo.
Mendigando algún verso
que nos desencadene de deseo
de volver a probar nuestros incansables
labios.
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