Es difícil recordar quienes solíamos
ser.... pero aún lo es más aceptar quienes somos ahora.
Es complicado salir del bache de "¿En
quién me he convertido?" y gritar "Ahora me gusto más".
Es una pregunta sin respuesta, sin final, ni feliz ni triste. Ni
perdices, ni cuentos de chiste.
Es imposible volver a ser los mismos,
nuestra vida ha seguido. Acéptalo.
Que el tú que antes eras, se ha
convertido un tú sin comparaciones, y que, sin dilaciones, no mira
atrás.
Debes mirar al camino. A las piedras. Y
hacer que tu mente se desgarre en un grito de “Aquí estoy yo, y
caeré las veces que haga falta para recuperar la forma de mí con la
que más agusto esté”
Lo que pasa es que no sabes de dónde
sacar la fuerza... que antes tenías.
¿En qué fuentes puedes encontrar el
agua que sacie tu sed hambrienta de vida? Si no las buscas tú, otros
no podrán ni siquiera darte una ligera idea. Pero sin embargo, sabes
perfectamente que quién hace que seas diferente puede serlo.
Y el mundo está ahí para siempre
impedírtelo ver.
Basta ya de filosofías baratas que lo
único que hacen es volvernos ratas, y vive a tu estilo y confianza,
que el primero que lanza, gana.
Y vuelven recuerdos, que asaltan tu
mente con la fuerza que tanto te gusta que te invada en ciertos
momentos. Días buenos, de los que nada puede hacer que se conviertan
en grises. Fueron veranos, serán inviernos. Serán incendios de
nieve que quemarán el interior de tus venas en arrebatos de calor
insano...y locura saludable.
Recuerda, que puede que estés
totalmente perdido en medio del desierto que tu cerebro ha creado a
tu alrededor, y, que de repente, un pequeño colibrí lleno de
energía te lleve una gota de agua refrescante y vitalizante que te
haga revivir. Y al instante correr, saltando duna por duna , a
buscarte en su compañía. Y aunque no puedas seguir la rapidez del
batir de sus alas, volverá a ayudarte. A no dejarte atrás. A besar
de nuevo tus labios para humedecerlos con esas gotas de agua que en
un principio parecieron darte vida. Que luego se evaporaron por culpa
de tu incesante calor, y que ahora él, pequeño e indefenso, vuelve
a intervalos para que aceptes de nuevo ese frescor de sus labios
jóvenes, a los que aún les queda demasiado por vivir como para
quedarse a tu lado, pero que a momentos de necesidad, te suplicará
por que se sequen los tuyos, y se vuelvan desierto para llegar como
un oasis de vida a tu sonrisa.
Ahora está mejor todo. Ahora algo más
claro todo. Ahora tengo las cosas en su sitio. Pero lo jodido es que
el colibrí, el puto colibrí, estará siempre intentando regresar a
tu boca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario