domingo, 29 de diciembre de 2013

Nocturna toxicidad.

Todas las noches desde que  desapareciste me acuesto pensando en lo mismo. En como será eso de ser feliz.
Si Cada paso que das es una zancada hacia el olvido, y el gris oleaje que salpica tus mejillas cada día es más intenso... es una fantasía que algún loco nos hizo creer, estoy segura. Me juego el cuello.
Todas y cada una de las noches que me acuesto con tu ausencia abrazada a mi, pienso en el esplendor que deslumbraría mis ojos desde los tuyos al yo vaciar el cielo de estrellas sólo porque me hubieras pedido la luna.
Ser capaz de seguir sin ti no es un juego de niños, no... es hacer un pacto con el diablo cada día que pasa para que me deje vivir así.
Este cuerpo desalmado que yace lleno de vida en un lecho que ni es de muerte siquiera... esta loca cabeza cuyos laberintos se entretejen día a día, y cada día más... este corazón desnutrido del amor que puede ser y nadie sabe si será... sólo el tiempo dirá si es posible encontrarte, Felicidad.

Yo por el momento, sigo mi rumbo, marcado por el viento que no te ata, no te abruma... y ni te hunde, ni te escucha.
Y mi cuerpo de momento intenta aguantar cada alarido de soledad, cada aliento de maldad, cada maldición sin acabar... por aquello que lo logró desalmar.


                                                                                                  
   Las desalmas sólo buscan tranquilidad.

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Somos lo que el mundo nos deja ser. Soy lo que mi rebelión contra el mundo me hace ser. Soy una sonrisa pegada a una cara. Un sueño inés-perado que me hizo creer en mí. Soy una melodía que suena infinitas veces durante el día. Soy la armonía más desorganizada que pudieses encontrar y la chica cuyos sueños son imposibles, pero sigue soñando pese a todo. Un espíritu luchador que NUNCA, ¿me has oído? NUNCA, se cansa.