sábado, 21 de diciembre de 2013

Camino de pendiente.

Cuando cada ostia que te pegas es más grande, y todo se torna un remolino negro a tu alrededor... es el momento que piensas que todo lo que te rodea no merece a penas la pena.

Toca desaparecer, borrar las huellas y echar a correr sin mirar atrás. A mil.. dos mil kilómetros por hora. Sin que te de tiempo a saber lo que estás viviendo, lo que te pasa por delante o lo que dejas atrás.
Si se pudiera dejar de existir durante un tiempo yo lo haría sin duda alguna. Esta es de esas veces en que no te apetece seguir, tus fuerzas se han ido y va a comenzar a tronar. La tormenta acecha y el peligro te acosa. Y sientes miedo. Pero ya no tienes ni ganas de no dejarle entrar. Te arrebata el alma y lo único  que sucede es que te quedas atrás.
Atrás... mirando como la felicidad se tira desde el precipicio por el que irás tu en cuanto se ahogue tu paciencia.

Ojalá después de la tormenta llegue la calma, porque esto no hay quien lo aguante. Te gritas. Y te gritan tus sentimientos, volviéndolo  todo tan visceral...

Ojalá aparezca quien se haga notar para rescatarte de ti mismo. Ya que tú solo ya no puedes.

Reír, vivir, gritar, brillar... pierde todo su sentido cuando te encuentras perdida.

Y... sabéis, lo único malo de todo esto es que no es posible dejar de existir temporalmente. Y ya lo lamento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Conocerme? Atrévete.

Mi foto
Somos lo que el mundo nos deja ser. Soy lo que mi rebelión contra el mundo me hace ser. Soy una sonrisa pegada a una cara. Un sueño inés-perado que me hizo creer en mí. Soy una melodía que suena infinitas veces durante el día. Soy la armonía más desorganizada que pudieses encontrar y la chica cuyos sueños son imposibles, pero sigue soñando pese a todo. Un espíritu luchador que NUNCA, ¿me has oído? NUNCA, se cansa.